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jueves, 14 de febrero de 2013

El beso, Klimt


El beso, Gustav Klimt, 1907-1908, óleo sobre lienzo, 180 cm. x 180 cm., expuesto en la Österreichische Galerie Belvedere de Viena.

Un hombre besa a una mujer en lo que parece ser un campo, aunque este campo acaba bruscamente en un acantilado. Podemos distinguir dos partes, una masculina en la que destaca las formas cuadradas, las rectas y los tonos negros y grises, y una femenina en la que predominan los círculos, las curvas y el color, son elementos opuestos pero a la vez complementarios. Ambos forman una masa dorada donde la única forma de ver la división es en ese estampado.
Es una escena antinatural, es un espacio indefinido, hay una luz irreal y cegadora y la posición de los dos personajes es forzada, tampoco se sabe muy bien la posición que tiene el hombre ¿está de pie o de rodillas?. En esta obra podemos destacar las carnaciones de la joven al igual que la decoración, el efecto de mosaico y el dorado que cubre casi toda la pintura otorgándole una gran luminosidad, puede tener su influencia en el arte bizantino y ruso.

En esta ocasión, Klimt ha sabido captar el erotismo en un beso eterno e intenso, parece que la mujer se deja arrastrar por el amor de él, se muestra dulce, vulnerable y frágil entre los brazos del hombre. Se cree que la pareja retratada puede ser el propio Klimt y su amante, Emile Flöge.

La obra recibió desde el primer momento una entusiasta crítica convirtiéndose en uno de los símbolos de la Secesión. La Secesión es una corriente paralela al Art Nouveau, podemos ver esa relación con el Art Nouveau en ese toque de fantasía, en los adornos florares y en el intenso dorado. Pero también podemos ver cierta influencia del Simbolismo pues la relación del espacio, personajes y color nos crea una atmosfera irreal y misteriosa.

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